viernes, 5 de agosto de 2011

CUIDADO CON LAS RADIACIONES ELECTROMAGNÉTICAS

Las radiaciones electromagnéticas que generan los cables de alta tensión y las estaciones, subestaciones y centros de transformación eléctricas así como las microondas emitidas por las antenas de telefonía, radio y televisión, los teléfonos móviles, los inalámbricos, los Wi-Fi, los radares y numerosos aparatos domésticos -como los ordenadores, los televisores y otros- pueden interferir en el ADN celular y por tanto en el correcto funcionamiento del organismo perjudicando gravemente la salud. Obviamente no todos en la misma proporción. Son ya numerosos los trabajos científicos que lo demuestran. Entre ellos un documentando informe que constata que la exposición continua a las radiaciones electromagnéticas puede provocar trastornos neurológicos (irritabilidad, cefalea, astenia, hipotonía, síndrome de hiperexcitabilidad, somnolencia, alteraciones sensoriales, temblores y mareos), mentales (alteraciones del humor y del carácter, depresiones y tendencias suicidas), cardiopulmonares (alteraciones de la frecuencia cardiaca, modificaciones de la tensión arterial y alteraciones vasculares periféricas), reproductivos (alteraciones del ciclo menstrual, abortos, infertilidad y disminución de la libido sexual), dermatológicos (dermatitis inespecíficas y alergias cutáneas), hormonales (alteraciones en el ritmo y niveles de la melatonina, substancias neurosecretoras y hormonas sexuales) e inmunológicos (alteraciones del sistema de inmunovigilancia antiinfecciosa y antitumoral) además de incrementar el riesgo de cáncer, especialmente leucemias agudas y tumores en el sistema nervioso central en niños. Es más, hoy se sabe que el impacto de las ondas electromagnéticas es acumulativo y que el riesgo de padecer cáncer se multiplica por 3,29 entre quienes viven o trabajan a menos de 400 metros de una antena.